Los primeros resultados preliminares confirmaron los sondeos previos y el viento a favor de la Alianza de Oposición. Al 42% del escrutinio, Xiomara Castro alcanzaba el 53,48% de los votos, casi 20 puntos por encima del oficialista Nasry Asfura, alcalde de la capital Tegucigalpa, con el 33,98%.
En tercer lugar, muy distanciado, figuraba el liberal Yani Rosenthal, con el 9,10% de los apoyos. Un resultado electoral trascendental, ya que en las diez elecciones previas se las han repartido entre los dos partidos tradicionales, el oficialista Partido Nacional (PN) y el Partido Liberal, con cinco legislaturas cada uno. El bipartidismo parece herido de muerte en Honduras.
“El pueblo ha hecho justicia, revertimos el autoritarismo y el continuismo. Vamos a formar un gobierno de reconciliación nacional, de paz y de justicia. Vamos a construir una nueva era”, clamó la mujer del expresidente Mel Zelaya ante sus seguidores, decidida a extender la mano a los distintos sectores del país, incluidos los oficialistas derrotados.
Castro invocó a un diálogo nacional desde mañana mismo (por el lunes) en busca de “dar respuesta a tanta necesidad”. La ganadora electoral también arrancó los aplausos de los más cercanos con referencias a la democracia participativa y directa, términos habituales en las revoluciones que apoyaron a su marido en su travesía de 12 años en el desierto tras el golpe de Estado de 2009. “El pueblo será el dirigente eterno, llamaré a un diálogo permanente con el pueblo”, aseguró.
La abandera de Alianza de Oposición no sólo se convierte así en la primera mujer que preside Honduras en su historia, también en la única en la actualidad al frente de un país en toda América Latina. La coalición que lidera se ha favorecido de la participación histórica, por encima de tres millones de votantes, casi el 69%.
El deseo de cambio y el poderoso voto de castigo contra la administración del derechista Juan Orlando Hernández, manchada por la corrupción y el narcotráfico. A la postre ha podido más el hartazgo ante las múltiples denuncias contra el actual gobierno, sumado a su ineficacia en la lucha contra la pobreza, que las heridas abiertas hace 12 años.
“¡Ganamos!”, cantó victoria el expresidente Mel Zelaya, marido de Castro y fundador del Partido Libertad y Refundación (Libre), al poco tiempo de cerrar los centros electorales, para dejar claro que sigue siendo el hombre fuerte de la izquierda hondureña.
Libre encabeza la coalición Alianza de Oposición junto al Partido Salvador (PSH), de Salvador Nasralla (perdedor hace cuatro años entre denuncias de fraude y tras forzar Hernández la Constitución para presentarse a un segundo mandato), el centroizquierdista Partido de Innovación y Unidad (PINU) y un grupo de dirigentes liberales.
Alrededor de la pareja presidencial se configura el mismo equipo de la Resistencia tras el golpe de Estado, cuando Zelaya, quien resultó elegido en 2005 como candidato del Partido Liberal, fue sacado de la cama por los militares y enviado a Costa Rica, tras querer forzar una Asamblea Constituyente a la sombra del chavismo. Es precisamente Nicolás Maduro, entonces canciller, otro de los triunfadores indirectos de estas elecciones, al protagonizar una vendetta histórica tras los 12 años de travesía en el desierto de su amigo y aliado.
“A 12 años del golpe de Estado contra el hermano Manuel Zelaya, el pueblo de Morazán retoma el camino de la esperanza otorgándole una histórica victoria a la presidenta electa, Xiomara Castro. La patria grande celebra el triunfo de la democracia y la paz en Honduras”, celebró Maduro nada más conocer los resultados.
En el cuartel general de Libre se desató una fiesta incluso antes de la confirmación de los resultados. Miles de hondureños se lanzaron a las calles para celebrar la caída de un Partido Nacional, que se negaba a reconocer la derrota. Los gritos de “¡Sí se pudo!” se mezclaban con los de “¡Xiomara, Xiomara!”, incluidos los habituales estallidos de fuegos artificiales.
Fuente: El Mundo
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