Por sencillo que pueda parecer superar tal umbral, en siglo XVI no era tan fácil convencer a una muchedumbre de que poseías esa condición si alguien te apuntaba con un dedo tembloroso y gritaba: ¡bruja!, ¡bruja!, ¡bruja!
Tan difícil debía de ser que muchas mujeres cruzaban Europa para llegar al pueblo holandés de Oudewater y probar que pesaban más que el aire. Allí las esperaba la prueba de la Heksenwaag: la balanza de las brujas.
La doctrina decía que las brujas podían volar porque, al carecer de alma, no tenían peso. Si al subir a la plataforma de madera el peso era normal, obtenían un certificado que descartaba su condición sobrenatural. Si no, habrían de enfrentarse a la sentencia de los llamados “juicios de Dios”.
Muchos pesajes debieron de permanecer en este número ingrávido, pues los historiadores cuentan que al menos entre 80.000 y 100.000 personas fueron llevadas a juicio por brujería entre los años 1400 y 1750.De ellas, alrededor del 80% eran mujeres, según las investigaciones de Geoffrey Scarre, especialista de la Universidad de Durham (Reino Unido). Y al menos la mitad de las personas enjuiciadas sufrieron la agonía de ser consumidas por las llamas y la tortura.
La caza de brujas llega a América Latina.
En las Américas del colonialismo la quema de brujas “no fue un fenómeno masivo” como lo fue en algunas partes de Europa, en donde la “ilegitimidad del poder de las mujeres era enfrentado a través de la cacería de brujas, en las que se convertían en un blanco principal de la persecución y el exterminio”, relata la investigadora Ana Carolina Palma en una investigación de la Universidad Icesi de Colombia.
Sin embargo, las mujeres del llamado Nuevo Mundo no fueron ajenas al fenómeno, teniendo muchas que sufrir las acusaciones de brujería de los tribunales de la Inquisición que llevaron los españoles a Lima, México y Cartagena de Indias.
Cuando los españoles llegaron a la región, ya existía allí una antiquísima tradición mágica, ligada a sus propias visiones de la religión y la medicina, que acabó mezclándose con las propias supersticiones de los españoles e, incluso, las de los esclavos negros provenientes de África.
“Irónicamente, los conceptos europeos de Satanás y los supuestos poderes de las brujas comenzaron a injertarse en la cosmovisión de los pueblos indígenas”, revela la especialista Irene Silverblatt en sus investigaciones.
Los años se convirtieron entonces en décadas y estas en siglos, acabando los valores ilustrados con los enjuiciamientos sistemáticos y oficiales contra las brujas en Europa y en América Latina. Y, sin embargo, la violencia contra estas mujeres no iba a desaparecer.
Esta confluencia de supersticiones dejó un poso cultural en las poblaciones latinoamericanas, que siguieron creyendo en las brujas y en sus conexiones con el diablo.
La caza de brujas hoy en día
En América Latina este tipo de violencia contra las brujas desapareció, por lo general, en la década de los 70 y 80, precisa la investigadora.
Pero las matanzas por brujería están lejos de desaparecer aún hoy en otros lugares del mundo.
“En demasiadas comunidades, ser catalogada como bruja equivale a recibir una sentencia de muerte”, señalan las conclusiones de un comité de expertos del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que el pasado mes de septiembre presentó un informe sobre las cazas de brujas en nuestros días.
El alcance real del fenómeno está lejos de conocerse, advierten, pues muchos de estos crímenes suceden en territorios de difícil acceso y envueltos en una gran opacidad.
Dicho comité ha documentado 22.000 víctimas que fueron acusadas de brujería en los últimos 10 años, pero están seguros de que es solo la punta del iceberg.
Según sus datos, sólo en Tanzania más de mil personas son asesinadas anualmente por este motivo. En India, entre el año 2000 y 2016, la policía registró 2.500 asesinatos por sospechas de brujería (120 el pasado año).
Y el informe de la ONU destaca otros países como República Democrática del Congo, Angola, Nigeria, Ghana y Kenia, donde se detectan estas prácticas y los datos son muy escasos.
También en anteriores informes, localizó persecuciones en Nepal o Papúa Nueva Guinea.
Hasta en 50 países se han registrado casos en la actualidad, siendo la caza de brujas legal en algunos de ellos. En Arabia Saudita, por ejemplo, se creó en el año 2009 una “Unidad Antibrujería” en la policía y sigue vigente la pena de muerte por esta acusación.
Fuente: BBC
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